Déjame contarte algo: nuestro cerebro es una máquina increíble, pero viene con un pequeño defecto de fábrica. Durante miles de años, evolucionamos en un mundo donde casi todo seguía reglas lineales.
- Cazar y recolectar: Si caminas el doble, encuentras el doble de alimento.
- Trabajo manual: Si tardas una hora en hacer una lanza, tardarás dos en hacer dos.
- Causa y efecto inmediatos: Si tocas el fuego, te quemas al instante.
Este tipo de lógica nos sirvió para sobrevivir, pero nos juega una mala pasada cuando nos enfrentamos a fenómenos exponenciales. Y créeme, esto nos afecta más de lo que pensamos.
Los desastres que nadie ve venir… hasta que es demasiado tarde
Somos incapaces de comprender el crecimiento exponencial, yo el primero. Y cuando la realidad nos golpea con un evento improbable pero con consecuencias enormes, quedamos en shock.
- Crisis financieras: Como la de 2008, donde el colapso de los mercados parecía imposible… hasta que ocurrió.
- Cambios legislativos drásticos: Como la Ley Seca en EE.UU., que transformó la economía y la sociedad de la noche a la mañana.
- Avances tecnológicos: La IA pasó de ser un juguete a revolucionar industrias enteras en cuestión de años.
Tu cerebro te engaña con el dinero (y te sale caro)
Debido a la forma en que hemos evolucionado, traemos estos sesgos, prejuicios o simplificaciones que hace nuestro cerebro para ahorrar energía y tiempo, pero que a veces nos juegan malas pasadas cuando intentamos comprender lo exponencial.
- Sesgo de linealidad: Creemos que el futuro será una simple extensión del pasado.
- Ilusión de pequeños números: Nos cuesta ver cómo pequeñas diferencias pueden escalar con el tiempo.
- Descuento hiperbólico: Preferimos beneficios inmediatos en lugar de esperar por ganancias más grandes en el futuro.
- Incapacidad para visualizar grandes escalas: Nos cuesta imaginar el efecto de multiplicaciones sucesivas.
Estos sesgos hacen que el crecimiento exponencial no nos parezca intuitivo. Nos cuesta percibir la explosión en el tiempo y, como resultado, subestimamos fenómenos como la acumulación de interés en una inversión o el crecimiento de la deuda.
Un ejemplo perfecto es la rana hervida: si metes una rana en agua hirviendo, saltará de inmediato. Pero si la pones en agua fría y subes la temperatura poco a poco, no notará el cambio hasta que sea demasiado tarde. Eso mismo nos pasa con el interés compuesto y otros procesos exponenciales: al principio, el efecto parece insignificante, pero luego explota de una forma brutal. Financial Transurfing esel termómetro que te avisa: te están cocinando.
La trampa oculta en las cuentas «remuneradas»
Te voy a contar una historia que te va a encantar y que posiblemente recuerdes..
Fry, el protagonista de Futurama, tenía $0.93 en su cuenta en 1999. Tras ser congelado durante 1000 años, despierta y descubre que ahora tiene… ¡$4.3 billones! Todo porque su cuenta tenía un interés anual del 2.25%.
Pero aquí viene lo verdaderamente alucinante: si en lugar del 2.25% hubiese sido un 2.5%, su fortuna no sería de 4.3 billones, sino de 43 billones. Diez veces más por una diferencia minúscula en el porcentaje.
Eso es el poder del interés compuesto. Y es exactamente lo que no somos capaces de ver venir.
Un detalle: un billón corto (usado en EE.UU.) es mil veces más pequeño que un billón en español. Sin embargo, te acepto que me regales un billón de dólares, aunque sea corto.
En la historia de Fry, en realidad las cuentas remuneradas suelen componer los intereses cada mes, no solo una vez al año. Esto significaría que su cuenta en el futuro habría alcanzado más de 5 billones y pico. Si estás pensando en congelarte para hacerte billonario, hay dos problemas principales: la inflación y el hecho de que aunque tengas la mejor cuenta remunerada del mercado, tu banco te puede cambiar la tasa de interés cuando quiera… y en 1000 años seguro que lo hará muchas veces.
Al final, la tasa de interés de una cuenta remunerada está diseñada para que el valor de tu dinero, con suerte, se mantenga por encima de la inflación. Y eso en el mejor de los casos. Probablemente los billones de Fry no valgan tanto en 2099 como creemos.
Porque los bancos no ofrecen estas cuentas para hacerte rico. Lo que buscan es que tú les prestes dinero a una tasa ridículamente baja, te acostumbres a ser su cliente y, en algún momento, te vendan un préstamo personal a un interés mucho más alto. O una hipoteca.
La hipoteca, o por qué si pagas la mitad, debes más de la mitad
El interés compuesto no solo está en historias de ciencia ficción. También lo sufrimos cada día, por ejemplo, con una hipoteca.
Si has simulado alguna vez una hipoteca, sabrás que la cantidad total que acabas pagando suele ser el doble del préstamo inicial. Y si alguna vez has revisado cuánto debes cuando llevas la mitad del tiempo pagado, te habrás llevado una sorpresa: te queda más de la mitad de la deuda.
En la mayoría de hipotecas, que usan el modelo francés, al principio pagas casi solo intereses, y solo más adelante empiezas a amortizar de verdad. Ya te contaré más sobre esto en otro artículo, porque merece una disección aparte.
La única habilidad que separa a los ricos del resto
No entender lo exponencial no es culpa nuestra, es cómo estamos diseñados. Pero si aprendemos a verlo, si entrenamos nuestro cerebro para reconocerlo, podemos aprovecharlo a nuestro favor en lugar de sufrirlo en contra.
Afortunadamente, en Financial Transurfing tenemos herramientas para solucionar este problema que nuestro cerebro trae de serie, para poder ver el espacio de variantes tranquilamente, aislándonos al máximo de efectos y emociones.